Biblia Jubileo 2000 1Y vino Palabra del SEÑOR a mí en el noveno año, en el mes décimo, a los diez del mes, diciendo:
2Hijo de hombre, escríbete el nombre de este día; el rey de Babilonia puso sitio sobre Jerusalén este mismo día. 3Y habla a la casa de rebelión por parábola, y diles: Así dijo el Señor DIOS: Pon una olla, ponla, y echa también en ella agua; 4junta sus piezas de carne en ella; todas buenas piezas, pierna y espalda; llénala de huesos escogidos. 5Toma una oveja escogida; y también enciende los huesos debajo de ella; haz que hierva bien; cuece también sus huesos dentro de ella. 6Pues así dijo el Señor DIOS: ¡Ay de la ciudad de sangre, de la olla no espumada, y cuya espuma no salió de ella! Por sus piezas, por sus piezas sácala; no caiga sobre ella suerte (de herencia). 7Porque su sangre fue en medio de ella; sobre la cima de la piedra la puso; no la derramó sobre la tierra para que fuera cubierta con polvo. 8Para hacer subir la ira para hacer venganza, yo puse su sangre sobre el lugar alto de la piedra, para que no sea cubierta. 9Por tanto, así dijo el Señor DIOS: ¡Ay de la ciudad de sangre! Pues también haré yo gran hoguera, 10multiplicando la leña, encendiendo el fuego, para consumir la carne, y hacer la salsa; y los huesos serán quemados; 11asentando después la olla vacía sobre sus brasas, para que se caldee, y se queme su fondo, y se funda en ella su suciedad, y se consuma su espuma. 12En fraude se cansó, y nunca salió de ella su mucha espuma. En fuego será su espuma consumida. 13En tu suciedad perversa padecerás, porque te limpié, y tú no te limpiaste de tu suciedad; nunca más te limpiarás, hasta que yo haga descansar mi ira sobre ti. 14Yo, el SEÑOR, hablé; vine, e hice. No me tornaré atrás, ni tendré misericordia, ni me arrepentiré; según tus caminos y tus obras te juzgarán, dijo el Señor DIOS. 15Y vino Palabra del SEÑOR a mí, diciendo: 16Hijo de hombre, he aquí que yo te quito por muerte el deseo de tus ojos; no endeches, ni llores, ni corran tus lágrimas. 17Reprime el suspirar, no hagas luto de mortuorios; ata tu turbante sobre ti, y pon tus zapatos en tus pies, y no te cubras con rebozo, ni comas pan de consuelo. 18Y hablé al pueblo por la mañana, y a la tarde murió mi mujer; y a la mañana hice como me fue mandado. 19Y me dijo el pueblo: ¿No nos enseñarás qué nos significan estas cosas que tú haces? 20Y yo les dije: Palabra del SEÑOR vino a mí, diciendo: 21Di a la Casa de Israel: Así dijo el Señor Dios: He aquí yo profano mi santuario, la gloria de vuestra fortaleza, el deseo de vuestros ojos, y el regalo de vuestra alma; vuestros hijos y vuestras hijas que dejasteis, caerán a espada. 22Y haréis de la manera que yo hice; no os cubriréis con rebozo, ni comeréis pan de hombres; 23y vuestros turbantes estarán sobre vuestras cabezas, y vuestros zapatos en vuestros pies; no endecharéis ni lloraréis, sino que os consumiréis a causa de vuestras iniquidades, y gemiréis unos con otros. 24Ezequiel, pues, os será por señal; según todas las cosas que él hizo, haréis; al venir esto, entonces sabréis que yo soy el Señor DIOS. 25Y tú, hijo de hombre, el día que yo quitare de ellos su fortaleza, el gozo de su gloria, el deseo de sus ojos, y el cuidado de sus almas, sus hijos y sus hijas, 26este día vendrá a ti un escapado para traer las nuevas. 27En aquel día se abrirá tu boca para hablar con el escapado, y hablarás, y no estarás más mudo; y les serás por señal, y sabrán que yo soy el SEÑOR. |