Biblia Jubileo 2000 1Cuando te sentares a comer con algún señor, considera bien lo que estuviere delante de ti; 2y pon cuchillo a tu garganta, si tienes gran apetito. 3No codicies sus manjares, porque es pan engañoso. 4No trabajes por ser rico; desiste de tu propia sabiduría. 5¿Has de poner tus ojos en las riquezas, siendo ningunas? Porque se harán alas, como alas de águila, y volarán al cielo. 6No comas pan de hombre de mal ojo, ni codicies sus manjares; 7porque cual es su pensamiento en su alma, tal es él. Come y bebe, te dirá; mas su corazón no está contigo. 8¿Comiste tu parte? La vomitarás; y perderás tus suaves palabras. 9No hables a oídos del loco; porque menospreciará la prudencia de tus razones. 10No traspases el término antiguo, ni entres en la heredad de los huérfanos; 11porque el redentor de ellos es el Fuerte, el cual juzgará la causa de ellos contra ti. 12Aplica tu corazón al castigo, y tus oídos a las palabras de sabiduría. 13No detengas el castigo del niño; porque si lo hirieres con vara, no morirá. 14Tú lo herirás con vara, y librarás su alma del Seol. 15Hijo mío, si tu corazón fuere sabio, también a mí se me alegrará el corazón; 16mis entrañas también se alegrarán, cuando tus labios hablaren cosas rectas. 17No tenga tu corazón envidia de los pecadores, antes persevera en el temor del SEÑOR en todo tiempo; 18porque ciertamente hay fin, y tu esperanza no será cortada. 19Oye tú, hijo mío, y sé sabio, y endereza tu corazón al camino. 20No estés con los borrachos de vino, ni con los glotones de carne; 21porque el bebedor y el comilón empobrecerán; y el sueño hará vestir vestidos rotos. 22Oye a tu padre, a aquel que te engendró; y cuando tu madre envejeciere, no la menosprecies. 23Compra la verdad, y no la vendas; la sabiduría, la enseñanza, y la inteligencia. 24Mucho se alegrará el padre del justo; y el que engendró sabio se gozará con él. 25Alégrense tu padre y tu madre, y gócese la que te dio a luz. 26Dame, hijo mío, tu corazón, y miren tus ojos por mis caminos. 27Porque sima profunda es la ramera, y pozo angosto la extraña. 28También ella, como robador, acecha, y multiplica entre los hombres los prevaricadores. 29¿Para quién será el ay? ¿Para quién el ay? ¿Para quién las rencillas? ¿Para quién las quejas? ¿Para quién las heridas en balde? ¿Para quién lo amoratado de los ojos? 30Para los que se detienen junto al vino, para los que van buscando la mixtura. 31No mires al vino cuando rojea, cuando resplandece su color en el vaso, se entra suavemente; 32mas al fin morderá como serpiente, y como basilisco dará dolor. 33Tus ojos mirarán las extrañas, y tu corazón hablará perversidades. 34Y serás como el que duerme en medio del mar, y como el que se acuesta junto al timón. 35Y dirás: Me hirieron, mas no me dolió; me azotaron, mas no lo sentí; cuando despertare, aun lo volveré a buscar. |