Biblia Jubileo 2000 1El hombre nacido de mujer, corto de días, y harto de sinsabores; 2que sale como una flor abierta y es cortado; y huye como la sombra, y no permanece. 3¿Y sobre éste abres tus ojos, y me traes a juicio contigo? 4¿Quién hará limpio de inmundo? Nadie. 5Si sus días están determinados, y el número de sus meses está cerca de ti; tú le pusiste términos, de los cuales no pasará. 6Si tú lo dejares, él dejará de ser; entre tanto deseará, como el jornalero, su día. 7Porque si el árbol fuere cortado, aún queda de él esperanza; retoñará aún, y sus renuevos no faltarán. 8Si se envejeciere en la tierra su raíz, y su tronco fuere muerto en el polvo, 9al olor del agua reverdecerá, y hará copa como nueva planta. 10Mas cuando el hombre muera, y sea cortado; y perezca el hombre, ¿adónde estará él? 11Las aguas del mar se fueron, y se agotó el río, se secó. 12Así el hombre yace, y no se tornará a levantar; hasta que no haya cielo no despertarán, ni levantarán de su sueño. 13¡Oh quién me diera que me escondieras en el Seol, que me encubrieras hasta apaciguarse tu ira, que me pusieras plazo, y de mí te acordaras! 14Si el hombre muriere, ¿por ventura vivirá? Todos los días de mi edad esperaré, hasta que venga mi transformación. 15Entonces llamarás, y yo te responderé, a la obra de tus manos desearás. 16Pues ahora me cuentas los pasos, y no das dilación a mi pecado. 17Tienes sellada en manojo mi prevaricación, y enmiendas a mi iniquidad. 18Y ciertamente el monte que cae se deshace, y las peñas son traspasadas de su lugar; 19las piedras son quebrantadas con el agua impetuosa, que se lleva el polvo de la tierra, de tal manera haces perder al hombre la esperanza. 20Para siempre serás más fuerte que él, y él se va; demudarás su rostro, y lo enviarás. 21Sus hijos serán honrados, y él no lo sabrá; o serán afligidos, y no entenderá de ellos. 22Mas mientras su carne estuviere sobre él se dolerá, y su alma se entristecerá en él. |