Biblia Jubileo 2000 1He aquí que todas estas cosas han visto mis ojos, y oído y entendido mis oídos. 2Como vosotros lo sabéis, lo sé yo; no soy menos que vosotros. 3Mas yo hablaría con el Todopoderoso, y querría disputar con Dios. 4Que ciertamente vosotros sois fraguadores de mentira; sois todos vosotros médicos nulos. 5Mejor sería que callarais del todo, porque os fuera en lugar de sabiduría. 6Oíd, pues, ahora mi disputa, y estad atentos a los argumentos de mis labios. 7¿Habéis de hablar iniquidad por Dios? ¿Habéis de hablar por él engaño? 8¿Habéis vosotros de hacerle honra? ¿Habéis de pleitear vosotros por Dios? 9¿Sería bueno que él os escudriñare? ¿Os burlaréis de él como quien se burla de algún hombre? 10El os redargüirá duramente, si en lo secreto le hicieres tal honra. 11De cierto su alteza os había de espantar, y su pavor había de caer sobre vosotros. 12Vuestras memorias serán comparadas a la ceniza, y vuestros cuerpos como cuerpos de lodo. 13Escuchadme, y hablaré yo, y que me venga después lo que viniere. 14¿Por qué quitaré yo mi carne con mis dientes, y pondré mi alma en mi palma? 15He aquí, aunque me matare, en él esperaré; pero defenderé delante de él mis caminos. 16Y él mismo me será salud, porque no entrará en su presencia el hipócrita. 17Oíd con atención mi razón, y mi denuncia con vuestros oídos. 18He aquí ahora, si yo me apercibiere a juicio, sé que seré justificado. 19¿Quién es el que pleiteará conmigo? Porque si ahora yo callara, moriría. 20Concédame por lo menos éstas dos cosas; y entonces no me esconderé de tu rostro: 21Aparta de mí tu mano, y no me asombre tu terror. 22Llama luego, y yo responderé; o yo hablaré, y respóndeme tú. 23¿Cuántas iniquidades y pecados tengo yo? Hazme conocer mi prevaricación y mi pecado. 24¿Por qué escondes tu rostro, y me cuentas por tu enemigo? 25¿A la hoja arrebatada has de quebrantar? ¿Y a una arista seca has de perseguir? 26¿Por qué escribes contra mí amarguras, y me haces cargo de las iniquidades de mi juventud? 27Pones además mis pies en el cepo, y guardas todos mis caminos, imprimiéndolo a las raíces de mis pies. 28Siendo el hombre como carcoma que se va gastando, como vestido que se come de polilla. |