Biblia Jubileo 2000 1Ciertamente tiempo determinado tiene el hombre sobre la tierra, y sus días son como los días del jornalero. 2Como el siervo anhela la sombra, y como el jornalero espera el reposo de su trabajo, 3así poseo yo los meses de vanidad, y las noches de trabajo me dieron por cuenta. 4Cuando estoy acostado, digo: ¿Cuándo me levantaré? Y mido la noche, y estoy harto de devaneos hasta el alba. 5Mi carne está vestida de gusanos, y de terrones de polvo; mi piel hendida y abominable. 6Mis días fueron más ligeros que la lanzadera del tejedor, y fenecieron sin esperanza. 7Acuérdate que mi vida es un viento, y que mis ojos no volverán para ver el bien. 8Los ojos de los que ahora me ven, no me verán más; tus ojos serán sobre mí, y dejaré de ser. 9La nube se acaba, y se va; así el que desciende al Seol, que nunca más subirá; 10no tornará más a su casa, ni su lugar le conocerá más. 11Por tanto yo no reprimiré mi boca; hablaré con la angustia de mi espíritu, y me quejaré con la amargura de mi alma. 12¿Soy yo un mar, o dragón, que me pongas guarda? 13Cuando digo: Mi cama me consolará, mi cama atenuará mis quejas; 14entonces me quebrantarás con sueños, y me turbarás con visiones. 15Y mi alma tuvo por mejor el ahogamiento, y quiso la muerte más que a mis huesos. 16Abominé la vida; no quiero vivir para siempre; déjame, pues, que mis días son vanidad. 17¿Qué es el hombre, para que lo engrandezcas, y que pongas sobre él tu corazón, 18y lo visites todas las mañanas, y todos los momentos lo pruebes? 19¿Hasta cuándo no me dejarás, ni me soltarás hasta que trague mi saliva? 20Si he pecado, ¿qué te haré, oh Guarda de los hombres? ¿Por qué me has puesto contrario a ti, y que a mí mismo sea pesado? 21¿Y por qué no quitas mi rebelión, y perdonas mi iniquidad? Porque ahora dormiré en el polvo, y si me buscares de mañana, ya no seré hallado. |